Trémulos, tímidos, los rayos del sol entran por la ventana.
El abrazo de dos figuras humanas
se desvanece y naufraga en la marejada del sopor.
Uno son Pierrot y Colombina.
Brillan sus cuerpos trenzados, desnudos,
gitanos y luz, enredadera y ladrillos.
Media tarde y calor.
Sus manos se buscan entre las brumas del sueño
y las palabras se deshacen en sus bocas
como copos de nieve en la mar.
Silencio. El pudor sobrevuela el lecho.
Yacen los amantes flotando su vida en un remanso tranquilo.
El aire se espesa. El aire se humedece
alrededor, apagando los rescoldos
de conciencias en duermevela.
Es hora de paz, de almas libres.
Ninfas invisibles derraman sin cesar
lujuria y colores
sobre el cuerpo de Afrodita
recién nacida; suavemente.
Colombina rosa negro azul, repite el eco
entre sus líneas de mujer.
Colombina virtud dueña placer.
Pierrot suspira y duerme.
Se esparcen manchas de ternura en su pensamiento.
Los ángeles caídos acechan con zumbidos brujos
de deseo.
Presa fácil. Un hombre. Pierrot. Se van
(al infierno).
“¿Qué decías, mi amor?”, suspira ella.
“Nada”, miente su compañero.
Pierrot y Colombina acurrucados en flor,
envueltos en olor de niños pequeños.
Trajes, rombos, sedas, antifaces y terciopelos
esparcidos por el suelo. Nada queda en la escena
sino un espíritu mudo estival:
el sueño.
Acaba el juego.
Pierrot y Colombina amanecen al amor.
Fernando, de Territorio Enemigo
3 comentarios:
Encontré otro poema (bueno creo que es letra de canción)
ierrot y Colombina.
Miguel Reches: Voz
Ricardo Reches: Guitarras
Pierrot no viene a dar su serenata a Colombina.
Cuentan que hace unos días la vio con un Don Juan.
No se oye más su musa templar la mandolina.
Si el pobre está tan triste que no ha ido al carnaval.
¡Qué ingrata la muchacha!- dicen las madreselvas,
Y es tan honda su pena que pierden el color.
No cantan los zorzales ni sueñan los poetas,
no gimen los violines, llora el bandoneón.
Estribillo
Pierrot ha muerto anoche y dicen las más viejas
Que no será lo mismo sin él el carnaval.
Se van las golondrinas, se va la primavera,
y un réquiem de milongas corea el arrabal.
Al verla a Colombina pasar toda risueña,
del brazo de un magnate, charlando del amor;
le gritan indignadas las pobres madreselvas:
“¡Sabelo, Colombina: por vos murió Pierrot!”
Vivía pobremente, lloraba sin consuelo,
tan triste como el nido del ave que partió.
Andaba como el perro que queda sin su dueño,
y espera, resignado, la muerte en un rincón.
Después vendrán doctores queriendo con su ciencia,
saber por qué mal raro su vida terminó.
No ha sido fiebre alguna, no ha sido la miseria:
el barrio entero sabe que murió de amor.
Ehhh gracias! otro pierrot-punto para ti =D
Gracias... quelo mi premio XD
Publicar un comentario