19 jun 2008

LA PALABRA DE MARCEL MARCEAU

Bip y la paz

“Total, que unos 50 años más tarde tras volver a aquel departamento concluida la guerra, quise montar una suerte de fresco ensoñador sobre mi personaje Bip sin marcarle una edad determinada, con aquellos fragmentos de mí mismo que se habían metido en él para recordar su primer amor: los fusilados durante la guerra y la gente del pueblo, sus calles, las bodas y los entierros…

“Sería como cualquier odisea vivida por alguna persona, una balada de la memoria evocando aquellos hechos sucedidos a un hombre que había sido fusilado y, aun luego de la ejecución, vive, se casa, es feliz…

“Fui como en reversa, ya que todos nuestros pensamientos nunca se presentan en continuidad plena, sino que pasa como la fábula del gallo y el burro. Surgen en completo desorden de la memoria fijando escenas de vida sin sucesión lógica. Bip recuerda son los recuerdos de un tipo a través de las heridas de su vida. Lo importante es que jamás abandona aquel cuarto y el público observa que es un coto espacial para penetrar en lo imaginario y hacer visible lo invisible.

“Tal es la fuerza del mimo, su poder de simbolismo en Bip recuerda consigue finalmente dejar aquella habitación a sabiendas de que no volverá jamás, sólo que una vez fuera retoma la vida y lo ubico con diversa juventud, ahora se expone a la guerra nuclear y, en caso de que la catástrofe ocurra, sería el fin de la humanidad. Ante tal peligro, quise mostrar que, pese a cualquier holocausto nuclear, no puede aniquilarse al ser humano. Bueno… al menos es mi anhelo más preciado, por lo que Bip (es decir, el ser humano) avanza y su alma humanista dicta la conclusión de la pantomima: no importa cuántos fusilados caigan. Pese a la metralla, creo que la paz triunfará sobre la guerra.

Más sobre Bip

Mi pantomima Bip en la vida moderna y ante el futuro es acerca de una vida normal como la enfrentamos en la actualidad.

“Bip confronta la tecnología y una existencia mecanizada. Es el imaginario de una era que corre demasiado veloz, al grado de rebasar a los humanos y, por lo tanto, éste personaje quiere emparejarse a la misma velocidad, pero, de pronto, las cosas comienzan a acelerarse, y de golpe la tierra gira tan rápido que el ser humano debe lucha contra el peligro nuclear, contra los riesgos de convertirse en ser virtual, en mero robot, pero estalla la bomba para aniquilación de los seres vivientes.

“Nada sobrevive a excepción de un puñado de símbolos y una señal que yace sobre una piedra. Al frotarla con otra se crea el fuego, como en el mito de Prometeo y es cosa de empezar nuevamente el avance. Sólo que dicho avance ha sido un retroceso. Así, en la escena cuando voy hacia adelante todo me rebasa y, al final, una sombra china se cimbra: me hallo en algún punto perdido entre el océano y el espacio o el vacío de los espacios siderales”.

El hombre blanco

“Bip sintetiza la pantomima blanca que interpretaba Jean-Louis Barrault en Les Enfants du Paradis, al recrear toda una época del Boulevard du Crime et des Funambules…

“Posee por un lado un fragmento melodramático o en expresión de Víctor Hugo, al modo de Margot ha llorado y en contraparte, del Théâtre des Funambules.

“Bip es hijito de Pierrot, el héroe silencioso.

“Y de Petrolino, quien era un personaje que prefiguró al Pierrot en la pantomima francesa. Toda la mímica de Francia está influida por la Commedia dell’Arte italiana: Pedrolino dio vida a Pierrot; Arlecchino derivó en Arlequin; del Pulcinella salió el Polichinelle; por Il Capitano tenemos a Matamore; Pantalone se transformó en Cassandre… Como la Isabelle italiana llegó a ser Colombine, así Pierrette cambió en tiempos del Pierrot negro de Villette. Sin embargo, el Pierrot blanco sobrevivió en Francia tras la muerte de Debureau. Son los hijitos de Charles Debureau que dieron relevancia al personaje desde Marsella donde él creó la pantomima marsellesa con Séverin y Rouff, quien desgraciadamente falleció a los 45 años de edad, y su estilo fue desbancado lentamente en la Primera Guerra Mundial, de 1914 a 1918, por el cine.

“Pero pudimos ver a los nuevos reyes con la genialidad de Chaplin, o Buster Keaton, apodado El actor cara de palo, de Laurel y Hardy en El gordo y El Flaco, quienes destronaron la escuela francesa de Pierrot lunar. Nada lamento niego fuesen excelentes mimos. Unicamente considero que su arte sucumbió por muerte de envejecimiento prematuro; carecieron de mayor rigor en su trabajo corporal tan necesario en la pantomima conllevando rasgos degenerativos. La grandeza de los Pierrot desapareció poco a poco y hemos de cuestionar porqué, si se trataba de un arte como legado inmortal, a menos que fuera por haberse estancado o sido rebasado, pero el hecho es que nunca alcanzó la perfección.

“Si nos preguntamos por qué se preservan el Teatro Kabuki, el Nô o la epopeya del Mahabharata hindú, la respuesta es que si existen se debe a que alcanzaron la plenitud. Es una tradición artística que llegó a perfeccionarse y prosigue luego de 500 años. Por lo mismo, la pantomima blanca merecía tener su escuela de Pierrots en París. Y no ocurrió”.

No hay comentarios: