17 jun 2008

CARNAVALINA


La ridícula trompeta

del Carnaval ha sonado,
desapacible, indiscreta,
y ¡tan triste!... Fatigado,
Pierrot marcha sin careta.

Va en busca de Colombina,
la divina, la traidora,
la que ríe cuando él llora...
soñando en la golosina
de su boca tentadora.

En la plástica poesía
de su hermosura, que exalta
un mohín de picardía,
con la gracia de una falta
femenil de ortografía.

Y a través del vago ritmo
de aquel cuerpo tentador,
él persigue ¡soñador!
el oscuro logaritmo
imposible del amor.

Mas sólo escucha el reír
de la amada loca y bella.
Y tras de la rosa aquella,
él, sintiéndose morir,
ríe también como ella.

Y —el rostro lleno de harina—
grita aún el sin fortuna:
«¡Colombina! ¡Colombina!».
Y su alma se va a la luna,
como una carnavalina.

Manuel Machado
El mal poema (1909)

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